viernes, noviembre 09, 2012

Mi padre

...vendía casas y cantaba tangos.

desnudaba con la mirada (según mi madre cuando se enamoró de él)
tenía un campo ("Santa Ana", en Afquintúe)

plantó árboles (naturales y bosques de pinos)

tuvo vacas
caballos
ocho hijos (cinco hombres, tres mujeres)

me regaló un auto a pedales cuando yo tenía un año
y yo pedaleaba hecho un condenado por la vereda
hacia la casa de mi abuela
mientras él me acompañaba por la acera en su Ford del 40
después seguía a su oficina de corretaje de propiedades

íbamos de paseo al campo en coches de tercera
él compraba una cerveza pílsener
al tipo que pasaba con chaqueta blanca y un canasto
yo pedía una bilz

caminábamos tres kilómetros
por la línea férrea
entre hualles, robles, quilas, copihues, nalcas
vertientes
barro
hasta esa casona de techo rojo de zinc
y a ratos pitaba un tren
que pasaba como un monstruo ensordecedor
terremoteándolo todo
aterrado me agarrotaba a su mano

"mírelo de frente, Juanito, venza el miedo", me decía.
"la valentía no es no tener miedo, sino vencerlo".

y yo miraba venir a esa locomotora que entre bufidos, vapores
traquetear de hierros candentes,
brincar de piedras y carbones,
pasaba a un metro de mis narices.

y luego de nuevo la paz.
y así unas tres veces en cada viaje

cuando esa noche de mayo de 1974 me soltaron los de la FACH
en un calabozo subterráneo del Regimiento Tucapel, tras una semana desaparecido
(vendado, esposado, maneado)
el capitán de guardia me quitó la venda de los ojos y
sentado sobre la superficie de su escritorio
balanceando las piernas
me dijo sonriendo burlón: "...puedes irte, estás libre,
mañana preséntate en la Fiscalía Militar"
y yo vi frente a mi esa inmensa y frondosa plaza oscura
que debía cruzar

"¿me presta un teléfono?", le dije
me mostró uno, con un movimiento de cabeza.

"...¿Juanito? -temblequeó la voz de mi padre al otro lado.
"papá, estoy libre, venme a buscar a la plaza Recabarren"

sólo la crucé cuando vi que al otro extremo se estacionaba su renoleta blanca.