sábado, noviembre 26, 2011

Dodecaedro

¡Qué tiempos aquellos en que no había Facebook! Era más rico mirar las otras cumbres desde la punta de un cerro y escuchar la ternura de la Ñuquemapu en el canto de los pájaros y en vez del mouse o el teclado activar los chakras y sentir el vibrar de las otras energías en el susurrar del viento y te mandaría mensajes vía escopemas y te acariciaría el Aura cada vez que sonrieras o que lloraras o que te enojaras (te enojai por todo, te enojai por todo) o que simplemente estuvieras ahí... Un dodecaedro nos lamería el alma. Y sanaríamos. Y seríamos felices.