lunes, noviembre 07, 2005

Poeticia 3


Me zambullí en el mar de Chile, o del Perú,
o en el boliviano Titicaca,
¿qué más da?
Y era un retorno al origen:
En el principio el espíritu de Dios flotaba sobre las aguas
-sobre el Mar, la Mer, la Madre-
-sobre el mar de Chile, del Perú o en el boliviano Titicaca-
Y el Mar, la Mer, la Madre no era de nadie en particular, sino de todos, de todos los gérmenes de vidas y especies diversas que allí, en esa sopa primigenia, en ese caldo de cultivo originario, pululábamos.
No digamos que nos amábamos: el pez más grande se comía al más chico, y el más chico al más pequeño aún. Pero naturalmente, matemáticamente, el equilibrio de la vida se respetaba.
Entonces no existían las 200 millas.
Ni el derecho de propiedad.
Ni los tratados internacionales que consagran la correlación de fuerzas de un momento determinado.
Ni las grandes factorías pesqueras que devoran todo cuando está al alcance de sus fauces mecánicas.
Ni los millones de masas consumidoras que devoran todo lo que producen las factorías transformando la diversidad biológica del mar, la mer, la madre, en miles de millones de euros, en miles de millones de dólares, es una ley física: la energía se transforma.
Hasta que llegará un momento en que los peces no serán suficientes para las fauces de las factorías y las factorías no alcanzarán a producir para los millones de masas consumidoras y los miles de millones de euros y los miles de millones de dólares no servirán para nada y las masas consumidoras morirán de hambre y las factorías enmohecerán y los sobrevivientes del mar, la mer, la madre volverán a reproducirse a lo largo de los siglos y los milenios y la diversidad de especies florecerá como un jardín multicolor.
Y entonces de nuevo la cadena de la evolución generará a los humanos y los humanos a las factorías y a las masas consumidoras y el derecho de propiedad volverá a reinar y los tratados internacionales y las guerras... hasta que llegará un momento en que los peces no serán suficientes para las fauces de las factorías y las factorías no alcanzarán a producir para los millones de masas consumidoras y los miles de millones de euros y los miles de millones de dólares no servirán para nada y las masas consumidoras morirán de hambre y las factorías enmohecerán y los sobrevivientes del mar, la mer, la madre volverán a reproducirse a lo largo de los siglos y los milenios y la diversidad de especies florecerá como un jardín multicolor. (Sigue en "Y entonces...")